lunes, 27 de octubre de 2014

Cervezas CASIMIRO MAHOU

Telefonillo
El otro día recibí una invitación para una cata de las nuevas cervezas “especiales” o “de colección” Casimiro Mahou, como a ellos les gusta llamarlas, con el fin de evitar polémicas con las cervezas artesanales.

Para poder asistir a estas catas hay que ser mayor de edad, lógicamente, y seguirles en alguna de sus redes sociales: Twitter ó Instagram. Yo conseguí mi invitación precisamente comentando una foto suya de Instagram. Una vez recibida la invitación te piden que uses tus redes sociales para comentar la cata con el hashtag #CervezasCasimiro.



Llegamos al lugar de la cita un pelín antes de tiempo, así que buscamos un bar cercano en el que pasar el rato. Justo enfrente encontramos uno donde servían las cervezas de Casimiro Mahou y ofrecían un menú maridado con ellas. Para no ir con una idea preconcebida de las cervezas pedimos refrescos. Cuando llegó la hora, acudimos al lugar de la citación; un piso que solo estaba identificado por una pegatina con las iniciales de Casimiro en el telefonillo con lo que nos pareció un tanto misterioso y difícil de encontrar. 

 Al entrar bajamos unas escaleras y cruzamos un patio interior. Allí nos recibió nuestra anfitriona Isabel. Llegamos los primeros, así que nos tocó esperar a las otras dos parejas que venían. Mientras lo hacíamos, recorrimos el salón del piso que estaba decorado con carteles y facturas antiguas y mobiliario una tanto vintage, aunque la mesa donde íbamos a hacer la cata, tenía un toque moderno con paneles de luz. Todo muy acorde con la imagen de la marca.

El resto de invitados no tardaron en llegar e Isabel comenzó a explicarnos la historia de Casimiro, sus primeros años en España y los diferentes negocios que emprendió: papel pintado, pinturas, o la tienda que puso en una colonia de la calle Jacometrezo. También nos contó el porqué del nombre de sus cervezas, que hacen referencia a estos negocios. Finalmente, nos explicó que poco después de su muerte, en 1890, sus hijos montaron la fábrica de cerveza que ha seguido hasta nuestros días manteniendo un ambiente familiar. En la actualidad, hay tres generaciones de familiares trabajando allí.

Acto seguido se centró en el proceso de fabricación de las cervezas y los ingredientes que llevan. Nos comentó que no quieren llamarse artesanales porque existe mucha controversia con respecto a esta denominación. Prefieren esperar hasta que se aclare el término entre los cerveceros artesanales. Ellos, Casimiro Mahou, que filtran la mayoría de sus cervezas y las pasteurizan todas (procesos poco artesanales), no van a ayudar a la confusión que tiene el cliente con estos términos.

Cervezas Casimiro
Comenzamos entonces la cata con “Amaniel”, una pilsner dorada con burbujas finas que, a mi parecer, es correcta pero no dice nada. De sabor es bastante floja, con un marcado olor a levadura y, en definitiva, una cerveza demasiado plana. Además, nos ofrecieron un pincho con cada cerveza. En este caso, lo acompañaron con dos taquitos de salmón ahumado con pepinillo. Una elección desafortunada en mi opinión, ya que su sabor intenso se comía por completo a la cerveza.

Después, pasamos al trigo con “Marcenado”. Esta es la única de sus cervezas que está sin filtrar. A primera vista se aprecia claramente pues es bastante turbia, con un color amarillo pálido, olor dulzón y espuma persistente. Isabel, conocedora de sus cervezas, se guardó los posos de la botella donde están los restos de levadura, para luego añadirlos en una copa. En este caso me tocó a mí, lo que hace que el color de la misma se oscurezca y los aromas a plátano maduro, que están muy presentes, se acentúen. Ésta era, en mi opinión, la mejor de las cuatro cervezas que catamos y la que refleja más fielmente las características de su estilo. Fue maridada con un rollito relleno de verduras y jamón de york.

Seguimos con la “Maravillas”, la otra lager, que como la anterior, usa la levadura de la casa madre. Nos encontramos con una versión más tostada e intensa de la “Amaniel”, según sus notas de cata, aunque realmente se parecen más bien poco. Su contenido alcohólico se aprecia rápidamente en nariz, olor que se acrecienta cuando llega a la boca. A mi parecer, tiene un sabor demasiado alcohólico para sus 7%. Fue maridada con jamón y queso.

Y acabamos con “Jacometrezo”, una cerveza tipo abadía, de color rojizo, con olor dulce y marcados tonos de cereal. Entra suave, demasiado para ser una cerveza de abadía, la verdad. Pero, por contra, he de decir que tenía el mejor maridaje de las cuatro; un queso curado que la acompañaba bastante bien.

Resultó una experiencia divertida muy bien llevada por Isabel, la “Brand Ambassador” de Casimiro Mahou, y las cervezas que catamos aunque superiores a las industriales, todavía les queda un poco para llegar al nivel de las artesanales buenas de España.

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