Una escapada que no me pierdo
desde hace años es al festival de cine de Valladolid a finales de octubre. Y no
solo porque me guste el cine, en la SEMINCI he descubierto grandes películas
desde “Funny games” hasta “El show de Truman”, o he asistido a algunas de las
películas más aburridas que se puedan llegar a pensar. Esta es la gracia de
asistir a un festival del estilo de la SEMINCI. Sino porque además Valladolid
es una ciudad con gran cultura de tapeo y un ambiente nocturno digno de cualquier
ciudad universitaria.
Para este año reserve en el hotel Zenit Imperial, ubicado en el centro de Valladolid con los cines y los bares a
menos de 5 minutos a pie. Llegamos sobre las 19:00 horas al hotel, como la zona
centro de Valladolid es peatonal tuvimos que dejar el coche aparcado en el
parking público de la plaza Mayor, otra opción es dejar el coche a las afueras
y acercarse al centro andando o en taxi, pues el coche no se necesita en todo
el fin de semana.
Ya llevábamos las entradas de
cine desde Madrid, así que esa era una preocupación menos, y antes de la
primera película decidimos empezar la ruta de las tapas, por “El Jero”, uno de los bares míticos del centro que ha
ganado varias veces el pincho de oro de la comarca, donde nos tomamos un par cortos
y riberas, seguimos por “la Sepia” que como su nombre indica ponen una sepia de
campeonato. Como la película era en el teatro calderón, nos fuimos acercando
hacia allí acabamos en una sidrería asturiana llamada “Taberna la Triqueta”
donde sirven una gran variedad de quesos, entre ellos el mejor queso ahumado de
2013. Al salir del cine salimos por la zona de Cantarranas, donde se puede
encontrar un ambiente muy desenfadado y con bastante variedad de estilos
musicales, nosotros nos decantamos por el “otro trastero” ambiente roquero de
los años 90.
Centro de Valladolid |
Al día siguiente teníamos
película a las 11:30 en los cines Roxy, así que desayunamos allí al lado. La
película que vimos “El hombre que vendió el mundo” no se la recomiendo ni a mi
peor enemigo, pero bueno hay gente para todo y este tipo de cine es demasiado
sesudo para mí. Para resarcirnos de este mal de boca nos dimos otra vez a las
tapas y los vinos, que en Valladolid no faltan y en la C\ correos podemos
encontrar gran cantidad de bares, que nos ofrecen una amplia carta para todos
los gustos.
Por la tarde vimos el clásico en
el cantábrico, bar pequeño pero acogedor y con una terraza amplia. Después
fuimos a probar el pincho de plata de este año una mini hamburguesa de atún
rojo que estaba espectacular en Wabi-Sabi, en donde nos dieron un muy buen
trato sin conocernos, el personal estaba a la altura del pincho sin lugar a
dudas. Finalmente después de la última película “la reconstrucción” a la que
dieron el premio de la crítica, nos fuimos a un bar de copas en la misma c\
María de Molina, un ambiente menos ruidoso que el de la anterior noche y con
copas muy bien servidas.