Nos alojamos en un hotel céntrico situado en la calle
Portales, para poder desplazarnos a pie por las zonas de interés. Estas son la
calle Laurel y la calle San Juan, dos zonas de tapeo y vinos que merece mucho
la pena visitar. Al llegar el viernes después de dejar las maletas en el hotel,
nos dirigimos a la calle San Juan, la más alejada de nuestro punto de retorno, a
unos 10 minutos de paseo por la calle Portales.
Huevos rotos |
Allí empezamos con la degustación de pinchos en bar
Tastavín, donde tomamos un atún rojo espectacular con vino de la tierra.
Continuamos por la calle entrando en los diferentes locales con su pertinente
pincho y vino. Cabe destacar la bodeguilla Los Rotos, donde ponen una variedad
de huevos rotos dentro de un buen trozo de pan. Ahora os tengo que confesar una
de mis manías y es que prefiero la cerveza al vino y en estos bares no tienen
carta de cervezas, solo disponen de una cerveza industrial de grifo y alguna Premium
en botella, pero siempre de las industriales.
Seguimos por la calle Laurel, que es incluso más conocida que la anterior. Allí destacamos el pincho de foie del Torrecilla, la brocheta de langostino y piña del Juan y Pinchamé o la amplia carta de vinos.
Seguimos por la calle Laurel, que es incluso más conocida que la anterior. Allí destacamos el pincho de foie del Torrecilla, la brocheta de langostino y piña del Juan y Pinchamé o la amplia carta de vinos.
Después de las 12 todos los bares de pinchos se convierten
en calabazas y se cierran, no puedes conseguir un pincho ni rogando, así que
hay que desplazarse a la zona de la catedral o a la calle Bretón de los
herreros para poder tomar una copa, aunque nosotros no recogimos pronto ya que
al día siguiente íbamos a visitar una bodega.
Arte urbano |
Al día siguiente nos despertamos a buena hora para hacer un
poco de turismo cultural por las calles de Logroño y ver la ciudad a plena luz
del día, además estaba amenizado por un concurso de bandas procesionales que se
celebraba en el centro de la ciudad, con pasacalles permanente.
Después de visitar el centro nos fuimos a una de las bodegas
de mayor producción de la denominación de origen Rioja, con más de 7 millones
de kilos de uva vendimiados al año, Bodegas Olarra. También conocida como la
catedral, pues tiene una arquitectura peculiar, fue vanguardista en los años 70
y aun ahora sigue consiguiendo premios como el IWSC-2013 a la mejor bodega
española. Su planta en forma de Y permite que el proceso de producción sea lo
más eficaz posible. Después de la visita por toda la línea de producción y la
bodega de guarda, nos sirvieron un poco de chorizo, jamón y queso para
acompañar a uno de sus buenos vinos el Cerro Añon reserva del 2009, nos gustó
tanto que nos llevamos una caja para casa.
Bodegas Olarra |
Chuletón |
Al terminar la visita volvimos a la calle Laurel pero esta vez para comer sentados, reservamos en el restaurante Iruña. Donde tienen una carta de platos típicos renovados pero sin perder la esencia. Degustamos unas albóndigas de langostinos con una salsa impresionante y como no un chuletón que se deshacía en la boca de lo tierna que estaba la carne. Finalmente de postre un milhojas bien ejecutada, bastante ligero y una cuajada de las mejores que he probado en mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario